Voto útil, Ley D´Hont y otras mentiras del montón
Resaca de elecciones generales en España. Como cada vez que ocurre, todos son ganadores. Cientos de analistas políticos expresan su opinión. El gran perdedor: el Partido Popular de Pablo Casado con una debacle histórica. Triunfan los partidos de izquierda amparados en el voto de la desinformación y el miedo. Los independentistas se frotan las manos. Años y años de confrontación dan sus frutos. Más y más competencias arrancadas al Estado a base de desafíos, zancadillas y pseudoreferendums.
Unos agitan el árbol y otros recogen las nueces. Esa frase del difunto Arzallus sigue vigente a día de hoy, con un significado ligeramente diferente. El ruido de los nacionalistas amparado en una injusta Ley D´hont que les otorga mayor representación de la que realmente deberían tener redunda en chiringuitos en los que se colocan amiguitos. Además, nunca les falta de nada, lo que provoca, en base al instinto de supervivencia, que aumenten sus votantes. Las circunscripciones electorales y la ley D´hont hacen el resto.
Vamos a analizar y descubrir quiénes han sido los siete culpables de la derrota sin paliativos del PP y de lo que los técnicos denominan la «fragmentación de la derecha«. Pero antes conviene conocer como funciona la Ley D´hont y cual hubiera sido el verdadero voto útil en muchas de las circunscripciones electorales.
La Ley D´Hont: esa gran desconocida
No es el objetivo de este post profundizar en los orígenes de esta curiosa fórmula de reparto de escaños. Así que la mejor forma de entender su funcionamiento, es con un ejemplo práctico. Vamos a verlo con el análisis de Cantabria en las elecciones generales de Abril de 2019. A grandes rasgos, el primer paso es dividir el número de votos de cada partido entre 1,2 y así hasta completar el número de escaños en juego. En el caso de Cantabria, cinco escaños. Centrándonos en los 6 partidos que más votos obtuvieron el primer paso quedaría así:
El siguiente paso es asignar los escaños por orden de las divisiones de votos. De esta forma los 5 escaños en juego corresponden a:
- PSOE: 90.144
- PP: 77.668
- Ciudadanos: 54.161
- Partido Regionalista de Cantabria: 52.197
- PSOE: 45.072
Para que el PP hubiese logrado dos escaños, debería haber superado en votos al PSOE, para lo que le hubiesen hecho falta 12.477 votos. Sin embargo, para que VOX lograra un escaño, habría bastado con que 5.128 votantes del PP hubiesen apoyado a VOX.
¿Voto útil en el caso de Cantabria? Pues queda bien a las claras que para el bloque de derechas, el voto a VOX. Con eso se hubiese contrarrestado el ascenso del PSOE, manteniéndose constante el número de votos emitidos. Con esta sencilla explicación, cualquiera puede, en cinco minutos analizar cualquiera de las provincias y comprobar por si mismo cual habría sido el voto útil para el bloque perdedor de las elecciones.
Pero vamos a descubrir de verdad, los siete culpables del castañazo del Partido Popular en estas elecciones de Abril de 2019. Para ello tendremos que irnos hacia atrás…
Pedro Arriola
Marido de Celia Villalobos, la campeona del Congreso en el Candy Crush y asesor externo del PP desde muy, muy lejano. Es el culpable número 1, por orden cronológico. De él surgen dos estrategias que han ido hundiendo al PP. El viaje al centro después de ganar las elecciones por mayoría absoluta y la estrategia de pasividad, de no hacer nada, desde 2004. Tanto ha calado su mensaje que, a día de hoy, todos los barones del PP piensan que han perdido por alejarse del Centro político.
El PP ha sido históricamente un partido de derechas de corte liberal. Con esos patrones ganó las elecciones por mayoría absoluta. Bajó los impuestos y consiguió aumentar la recaudación. Algo lógico por cierto. Cada euro confiscado por el Estado vía imposición fiscal es un euro prácticamente perdido, porque no genera riqueza. Se lo quita a unos que son capaces de generar riqueza vía consumo o inversión y se los da otros que, en la mayoría de los casos no han pegado un palo al agua en su vida: chiringuitos feministas, asesores externos, diputados autonómicos, directores generales, partidos políticos, sindicatos, patronales, senadores, miembros de empresas públicas inútiles…. Duplicidad de ingresos en muchos casos que no generan empleo ni riqueza para este país.
En España mantenemos estructuras públicas ineficaces que nos cuestan millones de euros todos los días y no generan beneficios. Si nos deshacemos de todo ese lastre, es posible una reducción de la presión fiscal. Ese dinero que no va a engrosar los bolsillos de la cantidad de vagos que hay que mantener, se queda en manos de empresas y trabajadores. Con ese dinero se puede consumir más e invertir más. El consumo genera empleo. La inversión genera empleo. Y ambos empleos son de calidad. Cuando hay un aumento de la demanda de empleo, es necesario invertir en formación, lo que, de nuevo, redunda en beneficio de la sociedad.
Menos impuestos significan más consumo, más inversión, más formación y más empleo. Ese empleo que se genera, a su vez, produce más aumento del consumo. Ese aumento del consumo debe ser satisfecho con un aumento de la oferta. Y para incrementar la oferta es necesaria más inversión. La rueda sigue girando. Cuando un euro va a parar al Estado, se detiene allí. Se malgasta. Cuando ese euro queda en manos del público, genera consumo, inversión y empleo. A estas alturas, muy tonta o fanática debe ser la gente para no ver que cuanta más gente haya trabajando, consumiendo e invirtiendo, mayor será la recaudación de impuestos.
Y si que debe de haber tontos y fanáticos que además piensan que los impuestos a los ricos los pagan precisamente los ricos. Pues no, alma de cántaro. La subida de impuestos se acaba trasladando siempre al último eslabón de la cadena, el currito de a pie.
El ejemplo más sangrante, la subida del SMI. Ese mayor coste salarial ya ha sido trasladado por las empresas a los consumidores vía subida de precios. Ya lo habrás notado al hacer la compra…
Pero volviendo al tema que nos ocupa. ¿Quién emprendió ese viaje al Centro del PP? Pues el amigo Pedro Arriola. Imagina una playa. En esa playa hay dos heladeros, uno a la derecha y otro a la izquierda. Si quieres comprar un helado debes desplazarte a por él. Más o menos ambos heladeros tienen la mitad de los clientes de la playa. Entonces, el iluminado heladero de la derecha dice: si muevo mi carrito 100 metros hacia la izquierda, estaré mas cerca del centro de la playa y tendré mas clientes que, por comodidad, vendrán hacia mi carrito a comprar mis helados.
Y coño, a simple vista el heladero tiene razón. Yéndose hacia el centro de la playa, hace un poco la puñeta a sus clientes más cercanos que ya tienen que desplazarse unos metros más, pero consigue que varios de los que están ubicados en el centro izquierda de la playa, vayan a su carrito porque este está más cerca. Y así, poco a poco va moviéndose hacia el centro de la playa.
Pero, nuestro heladero de la derecha, muy avispado él se da cuenta de que el heladero de la izquierda, tiene unos sabores en su oferta que él no se había atrevido a trabajar nunca porque no se lo demandaban sus clientes habituales. Sabe que hay clientes fieles a unos sabores que, a pesar de la cercanía de su carrito, no acuden a él y prefieren andar unos metros más para ir hasta el carrito de la izquierda.
Entonces el heladero se viene arriba y oferta sabores nuevos para él y sus clientes. Pero claro, el carrito de los helados tiene una capacidad limitada. Y para meter nuevos sabores hay que sacar otros.