No os voy a engañar, me gusta hacer pan casero. En estos tiempos de búsqueda de rentabilidad y de limar un huevo en el aire, creo que es necesario detenerse un instante y reflexionar.

El pan es un alimento básico y, por desgracia, maltratado hasta el extremo. Hemos llegado a unos límites en que lo hemos convertido en aire horneado. Carece de sabor propio y lo poco que tiene es a base de mejorantes químicos.

El pan ha dejado de ser un alimento saludable para acabar maltratado en procesos industriales que lo único que buscan es meter mas y mas aire en una masa insípida. No me extraña que digan que el pan engorda: aceites vegetales, mejorantes panarios, conservantes, trazas de frutos secos de cáscara… Estas y otras «delicias» se encuentran entre los ingredientes de algo que toda la vida fue : agua, harina y sal. Ni siquiera era necesaria la levadura porque siempre se usaba como impulsor de la masa un trozo de la misma sobrante de la anterior hornada.

Por eso merece la pena dedicarle un poco de tiempo a hacer pan casero. Pan en casa, de casa y para los de casa.